¡Se celebra el adulterio de María con la Paloma Sacra!
Una lluvia pulverizada lustra La Plaza de las
Verduras, se hincha en globitos que navegan por la vereda y de repente
estallan sin motivo.
Entre los dedos de las arcadas, una multitud espesa amasa su
desilusión; mientras, la banda gruñe un tiempo de vals, para que los
estandartes den cuatro vueltas y se paren.
La Virgen, sentada en una fuente, como sobre un bidé,
derrama un agua enrojecida por las bombitas de luz eléctrica que le han puesto
en los pies.
¡Guitarras! ¡Mandolinas! ¡Balcones sin escalas y sin
Julietas! Paraguas que sudan y son como la supervivencia de una flora ya fósil.
Capiteles donde unos monos se entretienen desde hace nueve siglos en hacer el
amor.
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