jueves, 8 de octubre de 2015

OLIVERIO GIRONDO- ATARDECER













íbamos entre cardos, 
por la huella.

La vaca me seguía.

No quise detenerme, 
darme vuelta.

La tarde, resignada, 
se moría.

Íbamos entre cardos, 
por la huella.

Su sombra se mezclaba 
con la mía.

Yo miraba los campos, 
también ella.

La vaca, resignada, 
se moría.

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